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Embarazo y actividad física

Embarazo y actividad física

Son  muchos los que  están concienciados con el mantenimiento de una  vida saludable que ayude a mejorar la calidad de vida, siendo la actividad física  uno de sus  pilares fundamentales que junto a la alimentación la hacen posible. Es por ello que, en etapas como el embarazo, nos preguntamos si continuar o incluso iniciar alguna actividad es recomendable.

Siempre que nuestro ginecólogo no lo desaconseje, una actividad física aérobica moderada podrá aportarnos multitud de beneficios:

  • Evitará la ganancia de peso excesivo
  • Prevendrá la aparición de hipertensión arterial y con ello el riesgo de padecer preeclamsia.
  • Junto con una dieta saludable ayudará en el control de la diabetes gestacional.
  • Proporcionará cierto efecto protector frente a los partos pretérmino.

Antes de realizar cualquier actividad  deberíamos tener en cuenta que la actividad física debe  adaptarse a la mueva situación, valorando la idoneidad del ejercicio y la forma física previa de la gestante, por lo que dentro de las recomendaciones generales  destacaremos  como actividades  más recomendadas caminar, actividades en el medio acuático y bicicleta estática (para evitar caídas). Otras actividades que también pueden ser practicadas son yoga, danza del vientre, método pilates (con la salvedad de haberlo realizado anteriormente con asiduidad, adaptándolo a su nivel y trimestre de gestación), al igual que los ejercicios con pesas que deben de haberse practicado previo al embarazo evitando grandes cargas que precisen realizar la maniobra de Valsalva.

Durante el embarazo se deben evitar todos aquellos deportes que impliquen riesgo de caídas o traumatismo abdominal como esquí, hockey hielo, deportes con raqueta, fútbol o baloncesto, al igual que ocurre con actividades realizadas a más de 2500m de altura por el posible “mal de altura” y las prácticas a grandes profundidades como  el buceo que expondría al bebe a sufrir una enfermedad por descompresión.

El deporte de competición o de alta intensidad no debería ser realizado durante el embarazo, pero si se practica, no debería hacerse después del cuarto mes de gestación.

Como norma general podemos concluir que aquellas gestantes que no practicaban ejercicio antes del embarazo deben iniciar una actividad física suave, recomendándose pasear o nadar, adaptando su intensidad conforme avanza el embarazo.

Mujeres que previamente realizaban deporte de manera regular deben mantener la actividad que realizaban reduciendo entre un 50-60% su intensidad sobre todo al final del embarazo e intentar modificar sus rutinas hacía aquellos deportes en los que no hay impacto ni maniobras bruscas de aumento de presión abdominal.

Por lo tanto, podemos ver el embarazo como una etapa en la vida de la mujer, siempre bajo supervisión por su ginecólogo,  en la que la nueva situación incita a mejorar o mantener  una vida saludable que debe ser aprovechado como tal promoviendo  estos hábitos  que pueden ser prolongados durante toda la vida.

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